María José Picon Meleda Veinticinco niños sentados sobre un piso alfombrado -todos vestidos con buzo azul con el símbolo de un águila en el pecho- participan en clases de inglés. La profesora chilena Laura Galindo, con un inglés perfecto -que parece nativo- dialoga con los estudiantes de cuarto básico. La "miss" -como le dicen los niños- no usa tiza ni pizarrón. Su herramienta de trabajo es un "smart board", una pizarra interactiva en la que pasa las reglas gramaticales del idioma. Sorpresivamente, el rector estadounidense Don Bergman interrumpe la sala de clases: "¿De qué nacionalidad son niños?", pregunta en inglés. Varios responden: "¡Soy de Francia!", exclama uno. "¡Corea!", dice otro. En total, hay una decena de nacionalidades representadas en el curso. Sobre la pared se ven escritos los nombres de cada uno de los alumnos: Kate, Mike, Ceci, Ben... De esta manera se...